12 feb 2005

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11 feb 2005

Club San Telmo: una pasión

Por Agustín Antunez

San Telmo es un club humilde, porque no tiene buenas sillas como otros clubes, y porque está ubicado en la villa. Allí me junto con mis compañeros no sólo cuando voy a entrenar, sino también cuando voy a la cancha. Telmo me enseñó a jugar al fútbol. Acá jugué por primera vez en una cancha de once contra otro club, y me dio la alegría y la gloria de lo que es ganar. Hoy, un arquero que era del club, juega en San Lorenzo: Santana.

Telmo es el barrio, alegría por el barrio y aunque este año no tuvo una gran campaña no hay que dejarlo de lado porque hay que estar en las buenas y en las malas. Cuando va primero van todos, pero cuando va mal...no. El club me gusta así como es, no le cambiaría nada. Si pudiera sólo lo haría más grande. ¿Lo más lindo que me dio Telmo? Ver ganar un partido contra el Docke.

Poetas rondan el barrio

La chica de oro

Mujer de una sonrisa hecha de alas,
Con ojos mansos y cabello largo y lacio
Como aquel sauce llorón,
Que alberga en el sueño de un muchacho.
La llamo chica de oro
Poque estaba llena de vida
Tanta que para el su risa
Lo llenaba de angustia
Decidió poner fin con su tristeza
y bajo del sauce
en pocos días se enfermó y falleció.

Elvis Leone


En silencio esperaré
un te quiero
de la boquita de más dulce sabor
de todo este mundo
es que tus labios encienden la pasión
que hoy siento por ti

Amor, te quiero amar porque es necesario
para mi alma sentir tu piel
muy juntita hacia la mía
y de esa forma sentir
que es un sincero amor
mi dulce bombón.

Yesica Baez

Vivir en la Maciel

Por Miriam Monzón

Nosotros, los que vivimos acá, sabemos quién es quién: quién roba, trabaja o vende droga. Pero no es fácil. La isla cada año se cierra más. Antes los turistas entraban. Ahora nos miran de lejos. Es verdad, ya no pueden pisar acá. Tampoco entran los médicos ni llegan los resúmenes, si, por ejemplo, pedís un crédito. En estas cuadras todo es más barato: las salchichas, el café y la ropa. Pero en el fondo de la isla, donde viví hasta hace un año, la vida para los jóvenes carece de sentido: de lunes a lunes, siempre es lo mismo. Se levantan a las 11, desayunan pan con mate, se sientan adelante hasta que les agarra hambre, almuerzan un guiso, duermen, vuelven a comer y salen durante toda la noche.
No hay trabajo acá adentro, más que en las remiserías. Casi todos tienen planes sociales: limpian la plaza o barren las calles. Mi marido trabaja afuera de la isla. El creció acá y ni loco se va. Los pibes lo respetan. Pero es muy difícil conseguir un trabajo...cuando se enteran de que vivís acá. A pesar de todo esto yo tengo un sueño: que la isla vuelva a ser como antes, cuando nuestros familiares y amigos podían entrar y salir sin que tengamos que hacerles una custodia personal.

Entrevista: Las chicas de la esquina

Por Yesica Baez, Marcela Cardozo y Juanita Monzón.

Tienen un oficio por el que la isla fue muy conocida en otras épocas. Queríamos saber por qué una piba de veinte trabaja de “eso”, cuánto y qué gana.

¿Cómo te llamás?
Débora Marcela V.

¿Cuántos años tenés?
Tengo 20.

¿Por qué lo hacés?¿Por necesidad o por placer?
Por las dos cosas.

¿Cuánto cobrás?
50 pesos por hora.

Alguna vez un cliente te trató mal?
No, mal no. Pero hay algunos que se quieren pasar de la hora y otros que no te pagan lo que vale.

¿Quedaste embarazada de alguno?
Sí, quedé embarazada.

¿Qué hiciste?
Lo aborté, porque no valía la pena.

¿Te gusta lo que hacés?
Sí, ya es costumbre.

¿Alguna vez quisiste dejar esto?
Sí...pero no pude. Porque como te dije, ya es costumbre y antes de hacerlo gratis, cobro.

¿Tenés hijos?
Sí, tengo dos hijas.

¿Saben lo que hacés?
Y...no porque son chiquitas y no entienden.

¿Alguna vez te enamoraste de un cliente?
Sí, del que me saqué un hijo.

¿Lo volviste a ver?
Sí, lo veo pero...en el barrio.

¿Se lo dijiste?
Sí, lo sabe pero no entiende.

¿Cómo lo tomó?
Y parece que mal...porque no le gusta lo que hago.

La isla vista por sus habitantes

Por Lucila Cardozo

¿Qué piensa de los pibes que andan en la calle robando para las drogas?
Y yo como madre creo que esos chicos se arruinan la vida con esa porquería. Les aconsejo que tienen que tratar de luchar contra las drogas. Porque yo tengo uno y no quiero verlo así, en la calle con un fierro en la cintura y re drogado. (Olga Noemí Suárez, ama de casa)

¿Qué le gustaría que tenga el barrio para sus chicos?
Quiero que arreglen la plaza, así pueden divertirse mucho. Ahora que terminaron las clases ellos dicen que necesitan algo en su vida como los juegos. (Patricia Soledad Rocha, cocinera)

Dos potencias se saludan:
la Maciel visita el Bajo Flores

Por Andrea Romeo

El 4 de diciembre nos juntamos a las 10hs en el Club 3 de febrero. Eramos 20 chicos y 4 profesores: Ariel , Gonzalo, Pablo y Laura. Salimos en un micro y llegamos a las 11 y 30 al Bajo Flores. Ahí visitamos el Taller de Fotografía PH15. Los chicos nos contaron que empezaron en un comedor y ahora tienen su propio espacio. El taller es copado, dura 2 años y lo dirige Martin Rosenthal, con otros cuatro talleristas. Las fotos estaban muy buenas. Eran de la Villa 1114, sus personajes y animales. La muestra se hacía en la calle y además había malabaristas, telar y tejido al crochet. Nos convidaron brownies con limonada. Y después de un par de horas, nos fuimos a lo de Gonzalo a comer unos ricos choris y queso provoleta.

Entrevista en 30 palabras

Por Marcela Cardozo

Porque le gusta la calle
Robó por necesidad
No, nunca
No, a veces
3 blindados,
Medio millón
A los 11
Con lo que venga
Por vicio
Hasta que me maten.

(Pablo de la Isla, 17)

Los Talleres de la Isla Maciel

Por Juanita Monzón

El Taller de Fotografía es muy piola porque nos enseña cómo sacar y revelar fotos. Somos 20 chicos y 4 profesores. Ellos son Laura, Pablo, Gonzalo y Ariel, y son muy buenos con nosotros. Venimos porque nos gusta y aprendemos. Los días sábados desde las 13 a las 15hs en el Club 3 de Febrero.

“El taller de fotografía está re-piola, porque a la vez que nos enseña cómo manejar las cámaras, nos divertimos”
Juanita Monzón


En el Taller de Peluquería somos 22 chicos y una sola profesora que se llama Delia. Nos enseña cómo cortar el pelo y nos cuenta cómo llegó a ser profesora. Nunca nos trató mal y vamos al taller a aprender. Las clases son en la Escuela Nro. 6 los lunes de 17 a 19hs.

“Las clases de peluquería son fantásticas. Aprendemos a cuidar nuestro cabello mientras nos reímos y la pasamos muy bien”
Carolina N. Insfran


Como en el Taller de Computación somos muchos y sólo tenemos 4 cuatro computadoras, nos dividieron en dos grupos. Los profesores son Tuly y Cecilia. Nos tienen mucha paciencia. El taller está bueno porque nos enseñan cómo manejar las computadoras. En la Escuela Nro. 6 los martes de 17 a 19hs.

“Está bueno porque muchos no sabíamos casi nada de compus”
Yesica Baez


Gracias al Taller de Periodismo vamos a sacar una revista. Somos 10 chicos y 2 profesores re-piolas, muy copados que nos re-bancan. Maru y Leo, nos enseñan muy bien y esperamos que el año que viene vuelvan. Estos meses que no estén los vamos a extrañar mucho. Por todo eso y lo que va a venir, los queremos.

“Las clases de periodismo son muy divertidas. Venimos a aprender cómo ser un buen periodista. Es uno de los talleres más piolas. ¡Gracias!”
Juanita Monzón


En el Taller de Derecho Popular hablamos sobre los derechos que tenemos y los que no se cumplen. Se dicta los sábados intercalados, de 16 a 18hs, porque hay otro taller a la misma hora. Las clases las dan Claudia y Belén en el Club 3 de Febrero.

“Vengo a aprender cosas que no conozco. Hay muchos derechos que yo no sabía que existían”
Betty


En el Taller de Sexualidad y Derechos de las Mujeres nos enseñan cómo cuidarnos. La profesora es Antonia y venimos a aprender sobre las enfermedades de transmisión sexual y los embarazos no deseados, las violaciones y la responsabilidad de nuestros hijos. En el Club 3 de Febrero los sábados de 16 a 18hs, intercalados.

“Amor y precaución”
Yesica Baez

¿Qué es "gatillo fácil"?

María Belén, una de las abogadas de la Comisión de Derechos Humanos de la Maciel, nos explicó qué es.

¿Qué es un caso de gatillo fácil?
Se dice que es un caso de “gatillo fácil” cuando una persona es muerta por personal policial o de seguridad. Ellos están habilitados para llevar armas, es decir para “gatillar”, aunque sólo pueden hacerlo en un caso de extrema necesidad, y no cuando quieren. Pero se aprovecha esta habilitación de poder tirar y se abusa. El término exacto sería “ejecución extrajudicial”.

¿El del Lechón le parece un caso de gatillo fácil?
Sí, porque el autor sería un policía retirado que actuó abusando de su carácter contra una persona particular e indefensa.

¿Qué se puede hacer frente a un caso de gatillo fácil?
Desde la ley se puede efectuar la denuncia para que se investigue y condene al culpable.

¿Qué le aconsejaría a los padres frente a un caso así?
A los padres les aconsejaría hacer la denuncia y aportar al juzgado todos los elementos posibles, como encontrar testigos o buscar pruebas, para averiguar el hecho.

Yesica Baez

Bajo sospecha: la tragedia del Lechón

La vida y la muerte de Luis Alberto Laris,
un pibe muy querido de la isla.


- ¿Por qué le decían Lechón?
- Por que cuando era chiquito era gordito y petiso
(Marcela Laris, la hermana)


Por Yesica Baez.

El Lechón era un morocho alto, de ojos marrones. Miraba y hablaba con firmeza. Era serio y de una sola palabra, siempre iba para adelante. Su cuerpo fue encontrado en Dock Sud el 15 de octubre del 2002. Tenía un pantalón azul, chomba negra y zapatillas Nike celeste y blanco. En la esquina de 25 de mayo y Defensa, parece que quiso robar una moto y un policía retirado le disparó por la espalda.
Más de dos años después de su asesinato, tuvimos el gusto de poder hablar con sus vecinos, compañeros, familiares y docentes. Ellos nos contaron cómo era el Lechón. Y a partir del testimonio reconstruímos su perfil.

Hacía muchas cosas para ayudar a su familia con los problemas, y a la gente económicamente. Una vez dejó un camión de garrafas y otro de verduras en el puentecito de la Pinzón, para que la gente se llevara para su casa. Jugó en River, trabajó mucho tiempo en Once. Tuvo una hija, formó su familia y al poco tiempo la desarmó porque encontró a la chica con la que quería quedarse. Casi todas las pibas e la Maciel se volvían locas por él, era un morocho hermoso.
Todos lo querían. No era el más bueno ni el más malo. Era un poco travieso: fumaba marihuana, tomaba pastillas y “merca” (cocaína). Pero no hacía maldades ni molestaba ni lastimaba. Se hacía querer. Era sereno, tranquilo y cuando lo buscaban, obvio que tenía su lado oscuro.
Depende de lo que le hicieran, golpeaba, tiraba tiros o si no, de bronca, se iba a robar. Los códigos que manejaba era los que se acostumbran en la villa: no robar a los del barrio y defender lo de compañeros y amigos. Siempre buscaba lo mejor para la gente carenciada de la zona. Daba comida y remedios y bué, si era necesario abona unos pesos, si tenía aportaba. Si te portabas mal te daba consejos y con la gente era muy respetuoso.